lunes, 13 de diciembre de 2010

Santuario

¡Qué alegría volver al Santuario!

Este sábado estuvimos unas horas en Pozuelo de Alarcón, Madrid, en el Santuario de Nuestra Señora de Schoenstatt. Lugar en el que hace siete meses hicimos, mi esposa y yo, nuestra Alianza de Amor con María.

Y la verdad es que cada día nos alegramos más de haberla hecho. María nos conduce en nuestra vida en muchos aspectos, unos los vemos fácilmente y otros no tanto, pero Ella va cumpliendo con su parte del trato. Y nosotros... quizás a duras penas. Pero Ella es así.

Ella nos educa y moldea, nos apoya y nos guía. Se puede pensar que siete meses no dan para mucho, puede... pero se nota. Se nota en la alegría, en la paz, en la entrega... se nota en las posibilidades que se abren ante tí (nosotros, en este caso). Se nota en la disposición personal, en la aceptación de la vida y sus vueltas...

Así que cada vez que vamos a verla vamos con ganas, ilusión, alegría y esperanza, aunque recorramos casi mil kilómetros en catorce horas y llegemos a casa a las dos de la madrugada. Allí, a parte de a María, encontramos un montón de amigos que se acuerda de nosotros, que hace tiempo que no vemos o que incluso nos espera.

No pudimos ir todos los que nos habría gustado, a veces no todo sale como lo planeamos, pero pudimos hacer una pequeña oración por los que se quedaron.

A la vuelta no volvimos tristes porque ya no la "vemos", nos traemos la alegría que el Santuario irradia, a través de María y a través de la gente que nos acoge y comparte con nosotros la estancia de algo más de tres horas (tiempo de la jornada de formación y de verla a Ella). Además aprovechamos el viaje para traer a Asturias a un buen amigo.

Además, ayer domingo, pudimos asistir al magnífico evento de la ordenación como presbitero y diáconos de tres amigos, uno de ellos "compañero de Alianza" y gran devoto de María.

La próxima visita será en enero, a mediados y esperamos con ilusión que llegue el día. No sabemos que sorpresas nos depara, porque siempre que vamos volvemos más con Ella.

viernes, 16 de julio de 2010

Mi Reina

Todos los días se aprende algo, nunca sabes dónde, en qué lugar o por qué medios te va a llegar algo que va a aumentar tu tranquilidad, la consciencia que tienes de tus actos, de su significado... y por tanto, darte un poco (un mucho) de humildad ante Dios y los demás que llevan más tiempo que tú (yo) dando vueltas por este mundo.

Ayer, mi esposa, gran buscadora de noticias e información católica, aparte de una gran esposa, me mostró una web, y a través de esa llegamos a otra, en la que se pueden ver unos vídeos destinados a los más pequeños pero que dan grandes catequesis hasta a los más grandes.

La primera web es Magnificat.tv allí se puede encontrar un compendio de videos y otra información muy interesante. Ellos lo llaman "televisión a la carta", y espero que sigan aumentando esa "carta" con cosas tan buenas como las que ya tienen.

Allí mi esposa encontró un vídeo que consideró que nos venía bien para mostrárselo a los niños de catequesis y me lo enseñó para ver que me parecía. La verdad es que primera impresión no fue esplendida, pero instantes después recordé que no iba destinado a un público adulto sino a niños. Así que miramos qué más había. Estos vídeos han sido realizados por el Hogar de la Madre.

En estos vídeos se les explican a los niños muchas cuestiones de la vida católica. Pero a mi me llamó la atención uno en particular titulado "En las manos de María". Al principio me llamó el título, siempre es bueno aprender cosas sobre Ella. Así que lo vimos con ilusión y un poquito de paciencia. Tras los 5 primeros minutos (destinados a que los niños se aprendan el nombre del autor de tan bonito "cuento": San Luis María Grignon de Monfort) empieza a contar una historia de un campesino.

Como no he encontrado la historia original, voy a contarla yo.

Un campesino que tenía que pagar sus impuestos al rey vió que el fruto de su trabajo no era digno de ser presentado ante dicho rey. Él había cosechado frutas y verduras, pero la mayoría estaban golpeadas, sucias y con mal aspecto. Pero es lo que tenía. Así que empezó a discurrir de qué hacer para que su tributo fuese aceptable. Decidió ir a la reina contarle el caso y pedirle ayuda.
La reina le escuchó y le dijo que le trajese las frutas y verduras que iba a presentar al rey y así lo hizo. Entonces la reina limpió, ella misma, las frutas y verduras y las colocó y las adornó de forma que tuviesen una pinta inmejorable. Y ella se las presentó al rey, al cual le gustaron mucho más aún por que venían de manos de la reina, con sus cuidados, sus mimos y su dedicación.

Debería bastar con "el que tenga oidos para oir que oiga", pero por si acaso, igual hace nuestra Madre María cuando le pedimos que le presente al Señor nuestras obras, nuestras intenciones, nuestras oraciones... llenas de fallos, egoismos, perezas, descuidos... Ella hace que luzcan mucho más, destacando lo positivo, bueno, agradable.

La verdad es que todo esto te lo cuentan o lo lees mientras preparas la alianza con María, pero a mí no me tocó un ejemplo tan clarificador.

jueves, 13 de mayo de 2010

Misioneros de la Virgen Peregrina de Schoenstatt

El domingo día 9 de mayo mi esposa y yo fuimos al Santuario de Schoenstatt (en Pozuelo) a hacer nuestra Alianza de Amor con María. Esto es entregarle a María mi corazón, mi cuerpo, mis fuerzas, mi capacidad de amar y actuar, mi casa, mis bienes... todo para que Ella haga con todo ello lo que le parezca mejor.
A cambio ella intercede por mi para llevarme al corazón del Señor.
 
Es una forma de continuar la labor del discipulo "amado" (San Juan -> Juan 19, 25-27) que "desde aquel momento la acogió en su casa".
 
Por la mañana, antes de la misa de 12, preparamos la ceremonia. En la homilía, el padre Borja nos explicó el significado de la Alianza de forma que no nos quedó duda de lo que íbamos a hacer tras la misa. En la ceremonia de la Alianza nos leyeron los "terminos" de la misma para que supiesemos bien lo que íbamos a hacer. Me llamaron la atención dos comentarios/condiciones: 1) demostrarle con obras nuestro compromiso y 2) la alianza empieza "ya" es decir una vez sellada.

Por supuesto hicimos la Alianza y leímos la oración que le habíamos hecho a María y nos dieron la medalla. Fue un momento muy emotivo y muy alegre.

Charlamos y saludamos a un montón de amigos que nos felicitaron por la Alianza, gente que estuvo con nosotros en las Misiones Familiares, que había ido desde Asturias o simplemente gente que había ido a disfrutar del día del Santurario.

Pero a las 6 de la tarde recibimos un regalo totalmente inesperado: nos entregaron una Virgen Peregrina para que nosotros, como misioneros, se la llevemos a gente de nuestra tierra (Gijón, Asturias) y hagamos que su presencia llegue a quien lo necesite.

Así acogemos a María en nuestra casa y sin duda Ella nos acoge a nosotros, nos transforma haciendo surgir en nosotros un gran ansia de su amor, de su cariño y de ponernos a su disposición y nos envía como misioneros suyos para hacerla llegar a nuestros "hermanos". Las tres Gracias del santuario concedidas "ya".

Era impensable, para alguien (yo) para el cual María era poco más que un personaje histórico hasta hace unos meses. Pero ahora tengo clara misión. Sé que no es fácil, pero también sé que soy un instrumento en sus manos (las mejores que podría esperar, por cierto) y que sólo tengo que dejarme llevar por Ella.

Esta fue mi oración, escrita antes de tener conocimiento de los acontecimientos que iban a ocurrir este domingo:

"Madre María,
quiero ser amigo íntimo tuyo
por eso te ofrezco
mis más íntimos anhelos.
Quiero ser tu guerrero,
con el Amor como espada,
la Paciencia como armadura
y la Esperanza como escudo.
Guerrero que está siempre dispuesto,
siempre preparado para la batalla,
siempre entregándome del todo.
Tú sé guerrera en mi corazón,
lucha contra mi pereza,
destroza mis egoísmos y
combate mi orgullo.
María, sé mi Reina,
llévame hasta el Señor."

Además, como recomendo Juan Pablo II, pongo este blog al servicio de María y de su misión.

domingo, 18 de abril de 2010

Ahí tienes a tu madre

"Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo».
Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa."  Evangelio de San Juan, 19, 25-27
 
El sábado, José Juan, un gran sacerdote y gran amigo, cuando terminabamos la oración de adoración al Santísimo, nos regaló la recitación de este hermosísimo fragmento del evangelio de San Juan.

Con esas palabras, Jesús, a punto de morir por nuestra causa y para salvarnos, sigue amándonos hasta el extremo y nos deja en testamento lo último que le quedaba en este mundo: su madre, MARÍA.

Esas palabras de Jesús han dejado gran huella en el mundo pues millones de personas a lo largo de los siglos han visto en María el modelo más perfecto para seguir a Jesús y llegar a Dios.

También en mí han calado un poco esas palabras. Es difícil, porque tras muchos años de ignorancia e indiferencia, empiezo a descubrir en María una madre que da cariño, cobijo y alegría.

 Pero soy un hombre práctico, y aún necesito experimentar muchas cosas para "sentirlas" y quererlas y María es una de ellas (bueno no es una cosa...)

El problema es ¿cómo? Y ahí viene lo que más me ha llamado la atención de ese trocito del Evangelio: "Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa."

Bien él lo hizo de todas las maneras, empezando por la literal. Pero yo lo veo como un primer paso para que María vea que la quiero, y que estoy dispuesto para lo que ella diga.

Primero invitarla y recibirla a mi casa, por un lado mi hogar, mi familia, los hombres somos muy visuales, verla por casa como uno más (aunque sea en una imagen) será un punto de referencia, un recuerdo, una presencia que lo vigila y atiende todo.

Por otro lado mi corazón, para dejarme influir, educar, querer por ella. Sé que con ella me será más fácil (ella es el camino más directo al corazón del Señor) andar el camino que Jesús me ponga delante.

Y una vez que llegue a mi casa (en ambos sentidos) ya se encargará ella de hacerse hueco y "conquistarme", y entonces ya no me quedará más remedio que "conquistar" su reino.

(La imagen es una foto de la Inmaculada de la iglesia del Beato Juan XXIII en Viesques-Gijón, al lado de la ermita de Schoenstatt en Asturias, la letra es una preciosa canción titulada "Mi reina y mi señora" que me encanta.)

miércoles, 7 de abril de 2010

Misiones Familiares

Esta Semana Santa nos hemos ido toda la familia de Misiones Familiares. Hemos estado en San Cristóbal y Trescasas (lindas localidades de Segovia). Allí nos hemos encontrado con otras familias de Schoenstatt para ir de misión y celebrar la Semana Santa.

La organización ha sido magnífica con actividades para todo el día y turnos de colaboración (desayunos, comidas, cenas, niños, limpieza y liturgia) bien equilibrados que hacían que todo estuviese preparado en el momento preciso.

Muchas risas, bromas de buen gusto, canciones...

Pero eso, habiendo sido magnífico, impresionante, imprescindible, básico y fundamental, no ha sido lo mejor.

Lo que más me ha gustado han sido 4 cosas que son muy difíciles de ordenar por preferencia.
  • El tiempo de misión en San Cristóbal fue un tiempo para aprender a dejarse guiar por los brazos de Dios y de María. La sensación de compañía de la Mater (puesto que llevábamos su imagen "por delante") y de Jesús (signado por las cruces de misionero al cuello) tanto delante de la gente que nos atendía como de la que no nos atendía, tanto delante de creyentes como de no creyentes, nos dio las fuerzas necesarias para sonreír, llamar a la siguiente puerta, abordar a la siguiente persona, sin que el desánimo, la pereza o el frío nos amedrantaran.
  • Los "pinchajes", aparte de la preparación de comidas y limpiezas, el espíritu de colaboración y compañerismo, la preocupación por el que está a tu lado y el ofrecimiento continuo de ayuda (sin agobiar).
  • Los oficios, hace como veinte años que no asisto a todos (y creo que al del sábado por la noche es la primera vez, pero no estoy seguro) y en cada uno de ellos "estar a lo que se celebra" y entender mejor el significado de la Semana Santa y de los actos y mensaje de Jesús.
  • La oración de la noche, momento de descanso y recogimiento, fundamental para revisar el día, para dar gracias por todo, para renovar energías y hacerse pequeño delante del Santísimo y adorarlo (siempre que pudo estar expuesto).
Es una lástima que haya durado sólo 9 días, espero volver el año próximo y dar más y mejor.

Esto y todos los enlaces de esta entrada es un añadido, pero ésto me ha parecido tan bueno que no he podido hacer más que decir: ¡Feliz Pascua de Resurrección!

martes, 16 de febrero de 2010

Oración de la aspiradora

A veces, para hacer oración no hay nada como realizar una tarea rutinaria en la que no haya que tomar decisiones importantes y que te permitan concentrarte en lo que te importa. Otros friegan suelos, yo paso la aspiradora.

Empiezo cantando unos versos de algunas canciones de alabanza a Dios "... no adoréis a nadie, a nadie más, no adoréis a nadie, nadie más que a Él..." y "... a Él sea la alabanza, a Él sea el poder, a Él sea la gloria por siempre, por siempre, a Él..."

Este fin de semana acontecieron dos hechos que me hacen pensar y plantemarme en qué creo, en qué consiste mi fe.

1) Reunión con los padres de la catequesis (a lo mejor ya lo he dicho pero soy catequista y este año "mis niños" hacen la primera comunión). El hermano Pablo (coordinador de catequesis y de la reunión) hace un comentario diciendo que él hace su labor porque cree en Dios y porque cree que ésta es la labor con la que mejor le sirve. Después, para relajar y amenizar el momento, me pregunta que si no es ese también mi caso, "porque sino no sabe que estamos haciendo allí". Mi respuesta inmediata fue muy correcta, pero la pregunta siguió ahí en mi mente, y desde entonces no deja de dar vueltas por mi cabeza.

2) Primera lectura del domingo, Jeremías 17, 5-8: Así dice el Señor: "Maldito quien confia en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confia en el Señor y pone en el Señor su confianza: será un arbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raices; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto".

Bien, volvamos a la pregunta ¿en qué creo?
Una respuesta fácil sería: lo que dice el Credo. Pero repasemos esa oración. El comienzo es básico dice (o digo yo que la rezo) que creo en Dios, que creó el mundo. Sigue (o sigo) diciendo que Jesús su hijo vino al mundo y que murió y resucitó para salvarnos (hum ese último concepto no lo dice :-( y ni siquiera lo deja implicito). Y termina (o termino) recordando al Espíritu Santo, la Iglesia y la resurrección de los Santos y la Vida Eterna. No, no se me olvida María, pero ella es para mí una gran incógnita.

Así como lo expresa la oración es fácil de asumir y aunque no se recuerden la palabras concretas de la oración (que sí las recuerdo) esos son los conceptos que cualquiera puede recordar.

Pero la verdad es que así sola la oración no me dice mucho, es necesario desgranarla frase a frase y apoyarse en los Evangelios (como mínimo), para darse cuenta de lo que de verdad significa, gracias a Dios mi formación y mi experiencia religiosa es un poco más amplia.

Así que pasamos a otro comentario que hizo el hermano Pablo (Dios lo bendiga): "Yo creo que Dios está aquí con nosotros" imagino que basandose en la omnipresencia de Dios y en "Allí donde haya dos o más reunidos en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos". Bueno pero ¿estabamos allí reunidos en nombre de Dios o sólo por que nos había convocado el hermano Pablo e ibamos a ver que tenía que decir?. Sin duda el hermano Pablo nos convocó en nombre de Dios pero ¿cuantos eramos conscientes de ello o nos importaba?. Nos convocó en nombre de Dios porqué aprovechó para darnos una catequesis de choque con todos los "mínimos imprescindibles" que debe creer y considerar un católico camuflándolos de "cómo preparar a los niños para la comunión", me incluyo porque, aunque la catequesis iba destinada a los padres de los niños, a mi también me vino bien. Y lo que es peor, yo que soy catequista y estaba allí de apoyo, ¿por qué me sorprendieron tanto sus palabras? si las he meditado, asumido y "predicado" muchas veces.

Y luego vino el domingo. El evangelio de las Bienaventuranzas no es que tenga desperdicio (de eso espero hablar otro día) pero a mí me llamó más la atención esa primera lectura del profeta Jeremías. Quizás por mi estado de ánimo. Me identifico totalmente con la primera parte, con la del "cardo", aún cuando "hago" todo lo posible para estar en la segunda (la del árbol junto al agua). Quizá el problema sea justo eso "hago" y no "dejo hacer" a Dios a través de mi, es decir pongo mi "yo" por delante de todo, incluido Dios. Lo cual me vuelve a la misma pregunta: ¿en qué creo?.

El que tenga oidos para oir que oiga.