domingo, 18 de abril de 2010

Ahí tienes a tu madre

"Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo».
Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa."  Evangelio de San Juan, 19, 25-27
 
El sábado, José Juan, un gran sacerdote y gran amigo, cuando terminabamos la oración de adoración al Santísimo, nos regaló la recitación de este hermosísimo fragmento del evangelio de San Juan.

Con esas palabras, Jesús, a punto de morir por nuestra causa y para salvarnos, sigue amándonos hasta el extremo y nos deja en testamento lo último que le quedaba en este mundo: su madre, MARÍA.

Esas palabras de Jesús han dejado gran huella en el mundo pues millones de personas a lo largo de los siglos han visto en María el modelo más perfecto para seguir a Jesús y llegar a Dios.

También en mí han calado un poco esas palabras. Es difícil, porque tras muchos años de ignorancia e indiferencia, empiezo a descubrir en María una madre que da cariño, cobijo y alegría.

 Pero soy un hombre práctico, y aún necesito experimentar muchas cosas para "sentirlas" y quererlas y María es una de ellas (bueno no es una cosa...)

El problema es ¿cómo? Y ahí viene lo que más me ha llamado la atención de ese trocito del Evangelio: "Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa."

Bien él lo hizo de todas las maneras, empezando por la literal. Pero yo lo veo como un primer paso para que María vea que la quiero, y que estoy dispuesto para lo que ella diga.

Primero invitarla y recibirla a mi casa, por un lado mi hogar, mi familia, los hombres somos muy visuales, verla por casa como uno más (aunque sea en una imagen) será un punto de referencia, un recuerdo, una presencia que lo vigila y atiende todo.

Por otro lado mi corazón, para dejarme influir, educar, querer por ella. Sé que con ella me será más fácil (ella es el camino más directo al corazón del Señor) andar el camino que Jesús me ponga delante.

Y una vez que llegue a mi casa (en ambos sentidos) ya se encargará ella de hacerse hueco y "conquistarme", y entonces ya no me quedará más remedio que "conquistar" su reino.

(La imagen es una foto de la Inmaculada de la iglesia del Beato Juan XXIII en Viesques-Gijón, al lado de la ermita de Schoenstatt en Asturias, la letra es una preciosa canción titulada "Mi reina y mi señora" que me encanta.)

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