miércoles, 20 de abril de 2011

Un instante de fe

Estamos de misiones familiares y hemos salido a misionar esta mañana con nuestra querida Mater por la zona que nos habían asignado.
La mañana transcurría como cualquier otra: alguna gente te escucha y te hece algo de caso, otra gente te dice que tiene prisa, otra te pide con distintos grados de amabilidad que los dejes en paz...
Pero no habíamos encontrado ningún interlocutor digno de mención, aunque eso sólo Dios lo sabe.


Otros misioneros, en este y otros años, sí habían tenido esa fortuna con la cual nos alegramos todos. Añorando esta posibilidad pensé, oré o me inspiró el Espíritu Santo, que con fe en que es María la que sale de misión y nosotros meros instrumentos en sus manos y que es Ella y no nosotros, la que decide dónde y cómo actuar, tuve un instante inmensa fe en esta premisa e instantes después nos abrió la puerta de su casa una mujer con la que mi esposa y yo encontramos que teníamos grandes cosas en común y con la que pudimos conversar más de una hora.
El resto del día también ha sido grandioso, un auténtico regalo de nuestra Madre.
Aparte de darle muchas gracias por el día de hoy y por la lección recibida a Dios y a María, uno se pregunta ¿por qué mi fe es tan pequeña y tan breve? ¿Y qué ocurriría si fuera mayor?
Hoy el evangelio nos invitaba a sentirnos queridos por Dios tal y como somos. Yo me siento superafortunado porque he visto que Dios me quiere y me quiere tal y como soy.
Bendito sea.